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Mantenimiento de radiadores: Claves para un rendimiento óptimo

Escrito por Acierta Eficiencia | 14/10/24

Para que tu calefacción funcione al máximo rendimiento y sin contratiempos, el mantenimiento de los radiadores es fundamental. Con el tiempo, es posible que notes que tus radiadores no calientan lo suficiente, están fríos en la parte superior o emiten ruidos molestos. Todo esto puede deberse a la acumulación de aire en su interior, lo que afecta su eficiencia. Pero no te preocupes, solucionar estos problemas es más sencillo de lo que parece.

 

¿Por qué es importante purgar los radiadores?

 

Los radiadores, al estar en constante contacto con agua caliente, pueden acumular aire en su interior. Este aire bloquea el flujo de agua, lo que impide que el calor se distribuya de manera uniforme. Purgar los radiadores, es decir, eliminar este aire atrapado, es una tarea esencial para garantizar que el sistema de calefacción funcione correctamente. Además, un radiador que no está bien purgado consume más energía, lo que se traduce en un aumento en tu factura de calefacción.

 

Cómo saber si necesitas purgar un radiador

 

Si observas alguno de estos signos, es probable que haya aire atrapado en el radiador:

  • El radiador está frío en la parte superior: Esto indica que el aire está impidiendo que el agua caliente circule de manera adecuada.
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  • Ruidos extraños: Si escuchas burbujeos o golpes en los radiadores, es una señal clara de que hay aire en el sistema.
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  • El radiador no calienta lo suficiente: Aunque la calefacción esté encendida, puede que notes que no genera el calor esperado.
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¿Cómo purgar un radiador?

 

Purgar un radiador es un proceso sencillo que puedes hacer tú mismo en casa. Solo necesitarás unos pocos utensilios: una llave de radiador (o en su defecto, una moneda pequeña), un recipiente para recoger el agua y un paño.

 

Pasos para purgar un radiador:

 

  1. 1. Apaga la calefacción: Antes de comenzar, apaga la calefacción para evitar que el radiador esté demasiado caliente y para reducir la presión del agua en el sistema.
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  3. 2. Abre la válvula del radiador: Utiliza la llave de radiador o una moneda para girar la válvula en la parte superior del radiador en sentido contrario a las agujas del reloj. Escucharás un sonido similar a un silbido, lo que indica que el aire atrapado está saliendo.
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  5. 3. Cierra la válvula cuando salga agua: Mantén la válvula abierta hasta que el aire haya salido por completo y empiece a salir agua de manera constante. En ese momento, cierra la válvula rápidamente para evitar que el radiador pierda mucha agua.
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  7. 4. Revisa la presión de la caldera: Después de purgar todos los radiadores, es importante comprobar la presión de la caldera. Debería estar entre 1 y 1,5 bares. Si ha bajado, ajústala para que vuelva a los niveles adecuados.
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  9. 5. Enciende la calefacción y comprueba el radiador: Una vez que hayas terminado, vuelve a encender la calefacción y verifica si el radiador ya está calentando correctamente.

 

 

¿Con qué frecuencia debo purgar los radiadores?

 

Lo ideal es purgar los radiadores al menos una vez al año, preferiblemente al inicio de la temporada de invierno. Esto garantizará que funcionen de manera eficiente y que no haya acumulación de aire que pueda afectar su rendimiento. Si tu vivienda tiene dos plantas, empieza por los radiadores de la planta baja y, una vez completado el proceso, haz lo mismo en la planta superior.

 

Consejos para un mejor rendimiento de tus radiadores

 

  • Purgadores automáticos: Algunos radiadores modernos vienen equipados con purgadores automáticos, lo que te evitará tener que realizar este proceso manualmente. Estos dispositivos liberan el aire de manera automática, manteniendo los radiadores en perfecto estado.
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  • Mantenimiento periódico: Además de purgar los radiadores, es recomendable hacer un chequeo general del sistema de calefacción cada año. Asegúrate de que no haya fugas y que la presión de la caldera esté en el nivel adecuado.
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Purgar el aire acumulado en los radiadores no solo mejora su eficiencia, sino que también reduce el consumo energético y, en consecuencia, tu factura de calefacción. Además, prolonga la vida útil de tu sistema de calefacción, asegurando que funcione de manera óptima en todo momento.